¿Qué es la sangre?
La sangre es un tejido líquido que recorre el organismo a través de arterias, venas y capilares, y que transporta diferentes elementos, como glóbulos rojos, blancos, plasma y plaquetas, necesarios para realizar funciones vitales. La cantidad de sangre de una persona está relacionada con la edad, peso, sexo y altura. Un adulto tiene entre 4,5 y 6,0 litros de sangre en su cuerpo.
Como todos los tejidos, la sangre cumple múltiples funciones: oxigenación de otros tejidos, defensa ante infecciones, coagulación de la sangre ante heridas y sangrado, entre otras. Para cumplir con todas estas tareas, cuenta con diferentes tipos de células, factores de coagulación, etc., suspendidos en el plasma. Todas las células que componen la sangre se fabrican en la médula ósea. Ésta se encuentra en el tejido esponjoso de los huesos planos (cráneo, vértebras, esternón, crestas ilíacas) y en los canales medulares de los huesos largos (fémur, húmero).
La sangre es un tejido renovable del cuerpo humano. Es decir, la médula ósea fabrica células sanguíneas durante todo el ciclo vital, ya que éstas tienen un tiempo limitado de vida. Esta “fábrica”, frente a determinadas situaciones de salud, puede aumentar su producción en función de las necesidades del organismo. Por ejemplo, en una hemorragia aumenta hasta siete veces la producción de glóbulos rojos y en una infección, se incrementa la cantidad de glóbulos blancos.
Composición de la Sangre
Glóbulos Rojos: son las células más numerosas. (Cada persona tiene entre 4 mil 500 y 5 mil 500 millones por milímetro cúbico de sangre) y le proporcionan su color rojo. Tienen forma redondeada y son muy flexibles. Su vida media es de 120 días (4 meses) y su función principal es transportar el oxígeno de los pulmones a los tejidos mediante la hemoglobina, una proteína que necesita hierro para funcionar.
Glóbulos Blancos: son menos numerosos que los glóbulos rojos (entre 6 mil y 8 mil por milímetro cúbico de sangre). Son los encargados de la defensa del organismo contra las infecciones y podemos diferenciarlos en tres: Granulocitos: son los primeros que atacan a las bacterias. Macrófagos: encapsulan y destruyen las bacterias. Linfocitos: fabrican anticuerpos y atacan virus.
Plaquetas: Hay entre 150 mil y 400 mil por milímetro cúbico de sangre. Se encargan de taponar las heridas. A la hora de actuar, se agrupan y se adhieren a la pared vascular y liberan una serie de sustancias químicas que inician el proceso de coagulación.
Plasma: Es un líquido de color amarillento compuesto en un 90% por agua, siendo el resto proteínas, glúcidos, lípidos, hormonas, potasio y sodio, entre otras sustancias. En él flotan el resto de componentes de la sangre y las proteínas de la coagulación.
¿Cómo se reemplaza la sangre?
En cada donación se extraen aproximadamente 450 ml de sangre, lo que representa el 13% del volumen sanguíneo. Tras la donación su cuerpo tiene una capacidad asombrosa de reemplazar las células y los fluidos perdidos.
Cada segundo se fabrican y mueren millones de glóbulos rojos. Para ello, unas células especiales llamadas peritubulares ubicadas en sus riñones, al pesquisar que el nivel de oxígeno ha descendido (debido a la pérdida de glóbulos rojos), comienzan a secretar una proteína llamada eritropoyetina. Esta proteína viaja a través del torrente sanguíneo hasta llegar a la médula ósea (ese tejido suave y graso que se encuentra dentro de los huesos).
La médula ósea produce las células madre que son las piezas fundamentales a partir de las cuales el cuerpo fabrica las distintas células de la sangre: glóbulos rojos, glóbulos blancos y plaquetas. La eritropoyetina envía una señal a las células madre informándoles que deben desarrollar más glóbulos rojos que glóbulos blancos o plaquetas. En estos últimos, una serie de otras proteínas mensajeras estimulan la producción de estas células en la médula ósea y, en pocos días, sus niveles vuelven a la normalidad.
Ingesta de líquidos
El volumen sanguíneo constituye aproximadamente el 8% de su peso. Alrededor de 55 % de la sangre corresponde al plasma y, a su vez, éste está constituido en un 90 % de agua. Por lo tanto, si bien usted dona casi medio litro de sangre, prácticamente la mitad es agua. Por esta razón es tan importante que ingiera unos 500 ml de líquido justo antes de donar e inmediatamente después. Debe reemplazar lo perdido para que su volumen sanguíneo vuelva a la normalidad. Los riñones también juegan un rol en el control del volumen sanguíneo regulando las cantidades de sodio y agua a través de la orina.
Grupos y componentes sanguíneos
Los grupos sanguíneos más importantes en transfusión son el sistema de grupos sanguíneos ABO y el RhD. Los grupos sanguíneos son determinados por una proteína (antígeno) ubicada en la superficie del glóbulo rojo. Así, el sistema ABO tiene los antígenos A y B y el sistema RhD tiene el antígeno D. En total, hay 30 sistemas mayores de grupos sanguíneos: esto significa que una persona por ejemplo puede ser A RhD positivo, y al mismo tiempo Kell positivo (sistema Kell), M y N positivo (sistema MNS) y Lea y Leb positivo (sistema Lewis).
El sistema ABO
Si usted pertenece al grupo sanguíneo A, significa que en la superficie de sus glóbulos rojos se encuentra el antígeno A. Si es del grupo B, significa que posee el antígeno B. El grupo O no tiene ningún antígeno y el grupo AB, tiene ambos antígenos. El sistema ABO tiene asociados los anticuerpos anti-A y anti-B; anticuerpos que constituyen una defensa natural contra antígenos extraños. Se encuentran en el plasma.
Grupo A: reconoce al antígeno B como extraño y puede formar anticuerpos anti-B.
Grupo B: reconoce al antígeno A como extraño y puede formar anticuerpos anti-A.
Sin embargo, el grupo AB tiene tanto el antígeno A como el B, por lo tanto este grupo no forma anticuerpos.
Grupo O: no posee ni el antígeno A ni el B por lo que este grupo puede ser transfundido de manera segura a cualquier grupo.
Por esto a los donantes con grupo O se les conoce como “donantes universales”. El grupo O puede formar anticuerpos anti-A y anti-B si es expuesto a estos antígenos. Transfundir sangre a una persona con el grupo ABO equivocado, puede comprometer su vida. Por ejemplo los anticuerpos anti-A presentes en la sangre grupo B, atacarán a las células A y viceversa. Es por esto que jamás se debe administrar sangre del grupo A a una persona del grupo B.
El sistema Rh(D)
Otro sistema de grupos sanguíneos importante en la transfusión es el sistema RhD. Aproximadamente el 95% de nuestra población posee el antígeno D en sus glóbulos rojos y son RhD positivos. El 5% restante no posee el antígeno D y son RhD negativos. Su grupo sanguíneo se define por su grupo ABO en conjunto con su grupo RhD. Por ejemplo, una persona que es de grupo A y RhD negativo será conocida como A negativo. Es muy importante que colectemos sangre de todos los tipos necesarios y en las cantidades correctas para enfrentar las necesidades de todos los establecimientos de nuestra macrored.